El Misterio del Dharma

Dharma. Una palabra que parece contener el eco del universo. No es solo un concepto antiguo ni una doctrina: es un código de la existencia, la melodía que sostiene todo lo que vive.

No puede definirse con exactitud, porque el Dharma no se explica… se siente. Es la fuerza que guía al río a fluir, al fuego a transformar, a la semilla a crecer hacia la luz. Y en nosotros, es la vibración que nos impulsa a ser quienes realmente somos.

Muchos lo confunden con el deber o el destino, pero el Dharma es más íntimo: es la coherencia entre lo que piensas, sientes y haces. Cuando vives de acuerdo con tu Dharma, todo fluye con un ritmo invisible, y hasta los desafíos adquieren sentido. Cuando te alejas de él, la vida se vuelve áspera, como si llevaras un traje que no es tu talla.

El Dharma no te obliga; te llama. No te promete comodidad, sino sentido. Es el susurro que te recuerda que tu vida no es un accidente, sino una expresión única del universo.
No hay un camino universal: hay un llamado personal. Ningún maestro puede revelártelo, porque solo tú puedes escuchar esa melodía en tu interior.

Y ahí está el gran misterio:
el Dharma no es algo que debas alcanzar, porque ya lo eres.
Solo tienes que quitar las capas de miedo, comparación y duda para dejarlo brillar.

Así que la verdadera pregunta no es si tienes un Dharma, sino:
¿Te atreves a vivirlo?

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