El Espejo que Engaña
Cada mañana te miras al espejo. Ves tu reflejo… pero lo que define tu día no es esa imagen, sino lo que te dices en silencio: “No soy suficiente”, “No lo lograré”, “No valgo tanto.”
Esa voz interior, llamada autoestima, moldea tu vida entera. Si es fuerte, te impulsa. Si es débil, te encierra.
Nadie nace dudando de su valor. La baja autoestima se construye con críticas, comparaciones y heridas no sanadas. Pero también puede reconstruirse.
Porque lo que se aprende… se puede desaprender.
Tu autoestima es el filtro con el que miras el mundo:
Si crees que vales, eliges mejor, te cuidas más, avanzas con fe.
Si crees que no, aceptas migajas y te escondes tras el miedo.
La vida no te da lo que mereces, sino lo que crees merecer.
Por eso, hablarte con respeto, cumplir tus promesas y rodearte de personas que te reflejen lo mejor de ti no es egoísmo: es amor propio.
La próxima vez que te mires al espejo, no busques defectos.
Dite en voz alta:
“Soy imperfecto, pero suficiente. Soy digno de amor y respeto.”
Porque el día que lo creas, nadie podrá hacerte sentir lo contrario